Edición 2017: Crónica de Héctor

 

 Texto: Héctor Cristóbal, 12 años

 

CRÓNICA DESIERTO DE LOS NIÑOS 2017

 

El Desierto de los niños 2017 ha sido muy divertido.

 

El primer día llegamos al hotel Ibis (Tanger), tras estar varias horas en la frontera.

 

En el puerto habíamos conocido a tres personas de Girona, llamadas: Rosa, Narcís (Sisu) y Adriá, que iban en nuestro grupo. Al día siguiente, fuimos mezclados con otro grupo, a causa de que la mitad de ambos grupos había llegado tarde al hotel y les dieron descanso. En este grupo, aparte de Adriá y sus padres, iban una médico de la organización y sus dos hijas, Marta y Pati, y otros coches iban otras niñas llamadas Carla y Carlota y en otro coche Pepe. Ese día vimos las ruinas de Volubilis. Estaban bien, pero eran aburridas para los niños. Al llegar al hotel los monitores habían preparado cosas muy interesantes para nosotros, como buscar pistas y bailar.

 

El tercer día fue el “briefing” oficial, donde conocimos a nuestro grupo de verdad (grupo 5) Formaban parte del grupo, además de Adriá y su padres y de Pepe, Fede (que era el jefe) Javier, Elena y sus dos hijos (Pablo y Beatriz), y otros Ravs con chicos mayores: Mateo y su hermano Alex y el otro coche tres chicas llamadas Laura, Clara y Elena. Este día vimos un cedro, que según el álbum de cromos tiene 980 años, donde también vimos monos. Comenzamos a ir por pistas e hicimos algo más de campo. En el hotel jugamos unas miniolimpiadas y luego bailamos.

 

El cuarto día, de camino a Merzouga, pasamos junto a la frontera de Argelia, rodeada de un montón de puestos militares y monté un rato en el coche de Fede. En el hotel hicimos una velada de terror.

 

Al día siguiente nos fuimos a las dunas. Es muy común que tu coche se atasque, pero no te asustes, porque bajar por las dunas rodando a lo pingüino (juego que se inventó Adriá) es muy divertido. De vuelta al hotel, nos bañamos en la piscina y montamos en camello.

 

De Merzouga a Erfoud fuimos por el desierto y yo fui en el coche de Pepe por el río de arena. Al llegar comimos en una pizzería. En el hotel nos bañamos en la piscina y jugamos al futbol con los monitores. Por la noche hubo cena de disfraces y una obra de teatro divertidísima.

 

El último día de ruta, fuimos a una asociación (en el palmeral de Erfoud) donde estaban los ópticos y estuvimos cantado con unos niños. Luego se montó Beatriz en mi coche y fuimos a la momia, donde encontramos fósiles y más adelante nos encontramos con un bebé camello. Era monísimo, estaba con su madre y se le podía dar de comer. De vuelta al hotel, pintamos camisetas, hicimos emoticonos de WhatsApp y bolas de arena. En la reunión final nos regalaron una riñonera.

 

Quedaba el día de vuelta que fue de carretera y más carretera, hasta llegar al ferry que nos llevó a España, donde cenamos y dormimos en un camarote. En el puerto nos despedimos de todos, con un poco de tristeza. Espero que volvamos el año que viene.

 

Héctor Cristóbal Navea

 

 

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