-Crónica del viaje-

 

Levantarte por la mañana, ver que tu alrededor está lleno de arena, saber que estas ayudando a los niños marroquíes… ¡es una gran maravilla!

 

Los niños marroquíes saben jugar con un simple balón de fútbol, en cambio, nosotros solo sabemos divertirnos con consolas, ordenadores, televisión, móviles, etc. Incluso se ponen contentos regalándoles una simple pulsera.

 

Cuando pasábamos por los pueblos con los coches, veíamos que los niños corrían descalzados sobre las piedras, solo para venir a saludarnos.

 

Parar a comer en las dunas y de repente ver que se acercan 5 niños. La pregunta era: ¿De dónde vienen?

 

Cuando fuimos a la escuela de Erfoud a repartir los chalecos reflectantes, los niños y las niñas entraban en el colegio gritando para conseguir su chaleco y sus gafas de sol.

 

Lo cierto es que me gustó mucho ayudar a los niños y también me gustaron los juegos como la gymkana de familias. Las dunas eran impresionantes pero el momento de la despedida fue lo que menos me gusto porque… ¡no quería irme!

 

Espero poder volver otro año.

 

Mónica Pons Montero (11 años)

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