VI TRAVESÍA KOBE MOTOR MARRUECOS

(3ª Kobe Challenge way)

5 al 13 de diciembre de 2008

.....:: CRÓNICA DE TOMÁS LA TORRE ::.....

 

VI TRAVESIA KOBE MOTOR
MARRUECOS
Del 5 al 12 Diciembre 2008

 

Crónica de Tomas “el babuchilla” y Maite, participantes con el coche nº 13.

 

Todo empezó el pasado mes de Mayo en la salida de Almería. Anteriormente no conocíamos el Club Toyota Kobe ni a Raid Aventura 4x4, pero nuestro amigo José Antonio de Alicante que se acababa de comprar un Land Cruiser nos habló de ellos y de que aceptaban  en sus actividades inscripciones de vehículos de otras marcas y de que estaban montando la ruta de Ramblas de Almería. Nos inscribimos inmediatamente y la experiencia fue muy positiva.


En una de las cenas, alguien empezó a hablar de Marruecos, de las anteriores travesías del Club por aquel país y de que ya había fechas para la del 2008, prevista para Diciembre.


A mi se me pusieron en guardia los 5 sentidos, pero en apariencia mantuve la calma hasta la mañana siguiente, cuando en ruta y como el que no dice nada, le dije a Maite “podríamos ir a Marruecos en Diciembre para celebrar nuestro aniversario de boda”. Me contestó “si, no estaría mal”, respuesta que para mi que la conozco muy bien, auguraba un buen fin. Durante los siguientes días fuimos hablando del tema y a la vuelta a casa ya teníamos claro que nos íbamos a inscribir a costa de renunciar a la concentración europea anual del Jeep en Alemania del mes de Julio. Las vacaciones no dan para mas y hay que priorizar. Además la compensación a un viaje previsiblemente duro, consistió en 2 cruceros para poder lucir modelitos y ornamentaciones varias, uno en Mayo a las Islas Griegas y otro en Agosto al Báltico.


Tan pronto tuvimos la confirmación de fechas reservamos las plazas y después de las vacaciones de verano, empezamos ya a pensar en Marruecos y a preparar cosas a medida que Fede nos iba calentando con sus e-mails.


En Octubre hicimos con José Antonio y Mercedes (que no ha venido a Marruecos) una salida por El Maestrazgo como ensayo general, en la cual seguimos hablando de Marruecos y  en la que él nos advertía de las grandes dosis de sufrimiento y stress que deberíamos soportar, recordándonos como el año pasado, tras varias vueltas de campana convirtió un Land Rover de un amigo en cabriolet, sus llegadas de madrugada al hotel etc.


Está claro que aún no conocía a Fede, Inma y su staff con quienes aquello se convierte en diversión y tranquilidad. Además nos dio una lista  de material a preparar que primero nos pareció larga, pero que llegamos a duplicar en contenido.


Pues bien, tras el preámbulo, entramos en materia y nos situamos en el jueves día 4 de diciembre, en que al acabar de trabajar y como teníamos un largo camino desde Barcelona a Algeciras, nos pusimos en marcha con destino a Elx donde pasamos la primera noche.

 

A la mañana siguiente emprendimos ruta a Algeciras, llegando sobre las 17,30 horas. Al encontrarnos con la Organización y otros participantes empezamos a sentir que el tema iba en serio. Dorsales, pegatinas, road-book etc.


Como era nuestra primera experiencia en salidas de este tipo, empezamos a observar  grandes diferencias, unos con coches muy preparados, otros en apariencia con el coche de cada día como nosotros mismos, aunque luego se va viendo que las apariencias engañan y que hay espacio para que todos disfruten dentro de sus posibilidades.

 

Embarcamos con Balearia y salimos bastante puntuales. Travesía corta y con el mar en calma; calma que finalizó al acercarse a la frontera Ceuta-Finideq. La fiesta de cordero, importante celebración para el pueblo marroquí, la “organización” del funcionariado de aduanas y los visitantes nacionales dejando sus coches en medio de la calle,  se encargaron de ello. Ventanilla tras ventanilla y esquivando a decenas de ofrecimientos para “agilizar” los trámites, conseguimos todos los sellos y entramos en Marruecos.

 

Primera noche en suelo marroquí en el Hotel Ibis a escasos metros de la frontera y primera salida de sol espectacular.

 

 

El sábado, madrugón, breafing, presentación del equipo, normas generales etc. y salida ya que nos esperaban mas de 600 kms. hasta Midelt. La primera parte por autopista algo aburrida, si bien las emisoras ayudaban a pasar los kilometros. Al dejar la la autopista, todo cambia. Paramos a comprar pan y unos excelentes pinchos de ternera que nos comimos antes de llegar a Azrou, población donde nos detuvimos un rato para hacer un poco de shoping.

 

Seguimos ruta y vamos ascendiendo hasta los 2.186 metros de altura, nieve, frío y un atardecer inolvidable y las primeras imágenes típicas del país. Noche en Kasbah Asmaa, con recepción de músico senegales y animada cena con el típico Tajin como plato fuerte.

 

Lo de los madrugones prometía ser la tónica general del viaje, por  lo que ya sabía que cada mañana me tocaría (gustosamente) preparar un desayuno pic-nic para Maite, pues ella aprovecharía para dormir hasta el último minuto. De la cama al coche y caña al mono.

 

El domingo 7 salimos hacía Arfoud, etapa con mas asfalto que pista pero con muchos elementos que la hacían atractiva. Paramos en Rich para la protocolaria compra diaria del pan y con encontramos con un animado mercado, suponemos que mas de lo normal por la de la fiesta del cordero, de tal forma que por algunas calles del pueblo era difícil abrirse paso entre la multitud

 

 

Al dejar Rich, primer vadeo con algunas dudas sobre su paso, hasta que llega un local con su bicicleta y  lo pasa  con una innegable sensación de superioridad frente  a  nuestras potentes maquinas sobradas de caballos.


A partir de ahí, sensacionales paisajes, contacto con la gente del país, primeros repartos de regalos y todo sigue bien hasta que llegamos a un vadeo en que a la vista de las dificultades de los participantes en la modalidad aventura y de las limitaciones de algunos de los de ruta, decidimos evitar. Detectamos que un Mitsubishi alquilado había perdido la tracción 4x4 y fue necesario echar mano del winch para sacarlo de un atasco. Lo pasamos bien viendo como iban pasando otros coches y como recurrentemente había que tirar de eslinga/cabestrante para ayudarles a salir.

 

Rodeamos y seguimos ruta, con paso de varios oueds casi secos y con cambios de paisaje radicales, rodando por primera vez por las impresionantes hamadas y llegando ya por la tarde a las primeras zonas de dunas bajas donde pudimos ver tres obras de ingeniería en el desierto: ciudad Orión, el caracol y la escalera.

 

Los problemas en el vadeo abortado nos habían hecho perder bastante tiempo y empezaba a anochecer de forma que iniciamos una navegación a buen ritmo, al grito de “zapatilla chicos” y llegamos ya de noche al Xaluca de Arfoud, bonito hotel donde para llegar a la habitación había otra etapa completa sin way points. Tanto el buffet de la cena como del desayuno excelentes.

 

 

 

Tras el generoso desayuno, el lunes 8 salimos rumbo a Mhamid, dejamos a nuestra izquierda las impresionantes dunas del Erg Chebbi, vimos los primeros camellos y al dejar el asfalto y atentos a no “meterse en las roderas del fes-fes” que indicaba perfectamente el road-book, descubrimos que la lluvia había transformado el fes-fes en barro y pudimos comprobar  las consecuencias de pisar tal terreno

 

Era necesario buscar ruta alternativa para lo que  como principiantes descubrimos de la mano de Fede algo muy interesante y efectivo, el MIC (morito indica camino), de forma que un chaval de poco mas de 10 años nos sacó del apuro y nos dejó sanos y salvos al otro lado del barro, guiándonos por una zona de dunas bajas del Erg Ouzina. Lo dejamos en una edificación en medio de la nada desde donde dijo que le devolverían a su casa en Mobylette, quedando muy contento por los obsequios que recibió.


Algunas hamadas mas y de nuevo problemas en Er Remlia, donde el paso que había que encontrar estaba inundado. Tras largas conversaciones con un nuevo MIC motorizado, que habría participado en algún curso de negociación pues se mostraba duro ante nuestras propuestas de “pago”, nos ponemos a seguirle por una zona de dunas ratoneras, que a pesar de llevar “paquete” en la moto pasaba sin problemas y que al principio nos llevaban hacía un rumbo opuesto al correcto, pero que finalmente nos sacaron de nuevo hacía la ruta deseada.

 

Nuevo vadeo, más arena, inmensas hamadas y por fin llegamos al Albergue Hamada Kem Kem, muy próximo a la frontera con Argelia, donde montamos la parada para comer mucho mas tarde de lo previsto y por razones obvias. Continuamos pilotando por una de las hamadas mas inmensas antes vistas. Camellos, corderos y el típico reptil del país, por desgracia siempre visto en cautiverio, el uromatriz o algo parecido.

 

 

Lo más impresionante del día y de hecho de aquella zona del país, es la rapidez con que cambia el decorado, ya que en pocos kilómetros habíamos pisado todos los terrenos que uno puede esperar en Marruecos: barro, pista rápida, arena, vadeo de oueds, pedregales, hamadas, etc.

 

Otra vez vamos pillados de tiempo, pasamos el primer control militar del día, nos identificamos como el grupo de Federico, nos hacen firmar en la lista y adelante.
Pasamos ya anocheciendo el segundo control militar. Un par de tipos vestidos de paisano, a los que pregunte si eran militares y me contestaron que si. Como aún no tenían la lista de participantes les dejamos la nuestra y les regalamos un par de camisas que les alegraron el día.

 

Un crepúsculo de foto con cielos rojizos nos acompañaron hasta la oscuridad total y de nuevo, tras dar de beber al coche, llegada de noche a la Kasbah Azalay con recepción musical sonora y excursión hasta una excelente habitación donde se agradeció una ducha y sobre todo saber que íbamos a pasar 2 noches

 

Por cierto antes me toco desmontar todo el equipaje, ya que no sé por qué motivo, todo se había movido y habían explotado varias latas de Aquarius que graciosamente mezcladas con unas palmeras de hojaldre trituradas, habían formado una amalgama que iba saliendo por el suelo del maletero, ¡qué asco!. La verdad es que al salir de Barcelona pensábamos que todo estaba muy bien atado, pero en realidad cada día tocaba reapretarlo todo varias veces.

 

Durante la cena, recibíamos noticias de los incidentes del día, que por suerte, salvo en un caso, se iban solucionando con la destreza de los propios participantes o de los habilidosos mecánicos locales.

 

Por fin llegó el martes 9 y con él el gran día del bucle Mhamid-Mhamid donde llegaríamos al desierto de Chegaga, y Lago Iriki a pesar de que por razones varias no pudimos completarlo.

 

Antes de entrar en dunas, desinflado general para facilitar la circulación por la arena, pero ni aún con ello conseguimos un buen ritmo y los contínuos atascos, una gravé avería que dejo fuera de juego a un colega y que obligó a Fede y a otros a entregarse a fondo para no dejar el coche en el desierto y la ruta de vuelta nada fácil, nos obligaron a cortar por lo sano  y salir de las dunas por la vía directa. Una de las cosas apreciables de estas salidas es que nunca te sientes sólo y el compañerismo está por delante de todo.

 

Esa mañana, en que Inma y su copiloto Martín se emplearon a fondo guiándonos por las dunas, funcionaron a tope las manos, “la zapatilla”,  las eslingas y las palas, para eso las cargamos todo el viaje y nos toco currar bastante, pero todo compensado por las imágenes irrepetibles de unas dunas artísticamente dibujadas por el viento.

 

Nos tomamos tiempo para comer mas tiempo del habitual, antes de retomar la marcha por un largo río de arena donde se nos volvió a hacer de noche, nos perdimos momentáneamente y  buscando la pista tuvimos nuestro primer atasco del que no pudimos salir sin ayuda.

 

A la llegada al hotel una ducha no fue suficiente, pues la arena caprichosa ella, durante el día había ido tomando posiciones por todo el cuerpo y no lo pensaba abandonar fácilmente.


El recuerdo de ese día permanecerá en nuestras mentes siempre, pues no hay nada mas bello y a la vez  sencillo como esas formaciones cambiantes de arena, que varían de forma y color de hora en hora  y que se dejan cabalgar imponiendo su ley.

 

A la mañana siguiente y aunque aún quedaba mucho viaje, con una ligera sensación de que ya íbamos regresando, pues Mhamid era el punto mas al Sur de nuestra travesía, emprendimos camino a Zagora.

 

Día espléndido que empezamos con mas dunas en el Erg Lihuri, donde Fede nos dio unas magistrales lecciones de conducción en ese terreno, de las que recuerdo especialmente la maniobra de abortar la entrada en una duna sin salida, Lo mas parecido a una Montaña Rusa que se puede experimentar en tu propio coche. Por supuesto el necesario desinflado e inflado de neumáticos y  aprovechando éste, un té con dátiles en un bivouac del desierto.

 

Nuevos cambios de paisaje hasta llegar a un extenso palmeral de casi 30 kms. donde pasamos varias poblaciones y en el que decidimos para a comer en una zona donde no se intuía compañía. Era una intuición fallida ya que al instante estábamos rodeados de niños asombrados de la parada que habíamos montado ese día. Mesa familiar, mantel, sillas y todo tipo de delicatessens y un matiz importante, unos tomamos cerveza fresca y otros fría. Cuestión de neveras.

 

Increíble, pero por primera vez llegamos a Zagora de día y tras acicalarnos un poco en nuestra habitación del Palais Asmaa, podemos salir a dar un paseo por la ciudad, conocemos a Moha “el gordito”que estaba a tope de trabajo por la competición con la que coincidimos, en la que casualmente participaba el hijo de Inma y Fede al que también conocimos.

 

Rápidamente a una tienda para que Maite pudiera saciar sus ya excitadas ganas de comprar después de varios días sin comercios a la vista. Largas y arduas negociaciones que llegaron a buen fin y nos hicimos con un lote compuesto de babuchas, che-che, collar y varias pulseras. Creo que los marroquíes aún no se han enterado de la crisis de los países desarrollados y nos pedían de salida unos precios alucinantes y el gramo de plata al de oro en España.

 

Cenita, una copichuela en un muy bien decorado “pub” y al catre ya que al día siguiente nos esperaba una bella pero dura etapa hasta Ouarzazate, con vadeos, trialeras rompe cervicales etc.

 

Ya desde la salida, el escape del Gran Vitara de Jacobo (el médico de la organización) empezó a dar problemas, lo que le obligó a “intervenirlo” en varias ocasiones. Ya que por suerte no tuvo ningún trabajo con los participantes, al menos que se lo currara con el coche.

 

Aunque parezca que por aquellos parajes no hay diversión, aprovechamos esas paradas para entretenernos con algún habitante del lugar y la verdad es que la larga espera en el reagrupamiento del WP 10, se nos hizo mas llevadera jugando con la multitud de micro-ranitas nacidas en una pequeña charca.

 

Seguimos por zonas mineras y algunos palmerales pasando por varias poblaciones donde podíamos ir apreciando la vida del día a día de sus gentes y donde de nuevo anocheció.

 

Y fue allí, al tomar un amplio pistorrón rulante, al parecer una carretera en construcción, y con ganas de llegar al hotel, donde al grito de “zapatilla chicos” me lancé a casi 120 kms/h, y en eco por la emisora los colegas gritaron  “zapatilla, zapatilla”, a modo de písale a fondo. De repente nos dimos cuenta que en esas condiciones las luces alumbran poco y corto y cuando de repente se acabó la pista, nos faltaron manos, pies y frenos para encarar algo parecido a un camino.

 

Ese día Sergio, el copiloto de Fede me bautizó como “Tomás, el babuchilla”, pues dado el país, mas que zapatilla, babuchilla mejor, y desde entonces en el llavero del coche ya cuelga una miniatura de babucha que me recuerda el momento

 

Llegamos bien al Kenzi Belere donde debido a un conato de inundación hubo que cambiar de habitación. El buffet de la cena muy flojito, contenía unas albondiguillas picantes que me sentaron como un tiro y de las que me acordé los 2 días siguientes.

 

Llegado ya el viernes 12 estaba claro que la travesía iba llegando a su fin. La etapa empezaba pasando por varios decorados de famosas películas y llegamos al Ksar Ait-Benhaddou, impresionante paraje con edificaciones de adobe adosadas a un montículo y con un gran oued rodeándolo, donde también se han rodado numerosas producciones, la mas reciente Babel.

 

Desde allí, nosotros saltamos la ruta de las caravanas y nos dirigimos directamente a Marrakech pasando el eterno, impresionante e interminable puerto de montaña que supera en diversas ocasiones los 2000 mts. de altura y desde donde las vistas son impactantes

 

 

A las 14 horas llegamos a Marrakech sin conocer la ubicación del excepcional hotel que nos habían reservado para el último día, el Palm Plaza. Preguntando varias veces conseguimos dar con él, descansamos un rato, nos pusimos “wuapos” y a pasear por la ciudad antigua y en concreto por la plaza Jmad el Fna, hervidero de vida, de colores y aromas.

 

Al bazar de cabeza y de nuevo Maite toma todo el protagonismo, siendo capaz de estar comprando en dos tiendas a la vez. De hecho ella compra deprisa y a mi me toca quedarme a negociar, mientras ella ya trabaja en la siguiente parada. Al rato se me acumula la faena y tengo varios moritos esperando para cobrar. ¡Qué presión!.

 

Volvemos al hotel a tiempo a pesar de que el taxista no tenía ni idea de donde estaba y tuve que guiarle yo mismo cuando encontré alguna calle que me resultaba familiar.

Otro excelente buffet y posteriormente breafing de cierre, sorteos y despedidas pues el día siguiente cada uno salía a la hora que quería

 

Nosotros lo hicimos a las 8 para tomar el ferry de las 17,30 pero por los trámites de frontera lo perdimos y embarcamos en el de las 20,30 lo que nos permitió hacer turismo en Ceuta.

 

Al llegar a Algeciras, viaje infernal por el temporal hasta el Parador de Nerja donde pasamos la noche. A la mañana siguiente comida en Granada con unos viejos amigos, noche en el Parador de Almagro tras otro imponente temporal por Despeñaperros y de ahí a casa a esperar una nueva edición.

 

Ya en Barcelona le pregunto a Maite cómo se lo ha pasado y si le ha gustado la travesía, a lo que me contesta con su temible sinceridad: “me ha encantado, aunque  ha sido duro nos hemos divertido, y los paisajes  de película, el cuello magullado pero con el collar tuareg que me regalaste ya no me duele, he sentido el infinito de las dunas, no tengo todas las  palabras para describir el viaje y sus sensaciones, por eso me alegro de  haber ido personalmente, una película solo me habría hecho ansiar el directo, Marruecos en 4x4 sin dudas bien vale un madrugón”.

 

Barcelona, 28 de Diciembre de 2008

 

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