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CRÓNICA


La crónica que figura aquí ha sido hecha y enviada por Victoria, que hacía el viaje con su familia al completo, marido y 2 hijas, en su L. C. rojo

 

Viernes, 3 de diciembre de 2004.
 Después de un año de larga espera, al fin ha llegado el momento de volver a Marruecos. Los días anteriores a nuestra marcha han sido muy ajetreados preparando todo lo necesario para el viaje pero, ¡por fin!, hoy viernes a las 13 h hemos conseguido salir de casa. Además de nuestro equipaje y comida, llevamos el coche cargado de ropa, zapatos, juguetes, libretas, bolígrafos, material sanitario ...., todo ello para repartirlo en Marruecos.

 Este año el grupo es un poco más extenso que el del año pasado, en total 17 coches y 37 personas : Federico e Inma, los organizadores; Raúl y Mª José y Carlos y Mª Mar, adjuntos a la organización; Francisco y Toñi, , Francisco y Mercedes, Roberto y Almudena, Francisco y Ángel, Alberto y Bárbara, Antonio y Mª Luz, Eduardo y Mª Teresa, Pedro e Iván, Carlos y Teresa, Óscar y Olga, Pedro y Lillian, José Mª y Marta, Francisco y sus dos hijos, Ana y Francisco Javier;  y nosotros : Vicente y Victoria, este año acompañados por nuestras hijas Patricia y Silvia. De los participantes en la primera travesía a Marruecos de Toyota Kobe Motor sólo han faltado Alberto y Concha, que no pueden hacer el viaje porque ahora tienen un pequeño agregado(a), que no ha querido esperar a que sus padres vuelvan del viaje para hacer acto de presencia.
 
Este año cruzamos el Estrecho el viernes por la noche, por lo que vamos a ganar unas cuantas horas al recorrido del primer día. Sobre las 22,30 h hemos llegado a Ceuta y después de repostar nos hemos dirigido a la frontera, donde los trámites, seguramente debido a que era de noche, han sido algo más rápidos que el año pasado. 
  Por fin, sobre la 1,30 h, ya por horario marroquí, hemos llegado al hotel, y sin ni siquiera dejar los equipajes en las habitaciones hemos cenado, bastante bien por cierto,  y nos hemos acostado sobre las  2,30 h.

Sábado, 4 de diciembre.
 Hoy ha sido el primer madrugón, costumbre que me temo que no nos va a abandonar durante todo el viaje. Poco más tarde de las siete emprendemos camino, que en el día de hoy será de 614 km,  todos ellos por carretera asfaltada y que nos llevará hasta la ciudad de Er Rachidia.

 Cuando salimos del hotel nos dirigimos hasta Tetuán y desde allí nos vamos adentrando en el interior de Marruecos, cruzando las montañas del Rift por unas carreteras bastantes estrechas, sinuosas y, que debido a la lluvia, tienen el firme muy deslizante. El paisaje no es el que en principio cabe imaginar para Marruecos, ya que es muy verde, lo que le hace muy similar al del norte de España. Hemos observado algo muy curioso, se ven multitud de niños, algunos de ellos muy pequeños, que van andando solos por la carretera, algo que resulta muy sorprendente, ya que no podemos imaginar esa misma situación en las carreteras españolas.

 Después de pasar por paisajes de montaña el terreno se va haciendo cada vez más llano y poco después del medio día llegamos a Fes, ciudad bastante grande en donde hemos encontrado un guía para dar una vuelta por la medina. Estos curiosos personajes se desplazan en ciclomotor por las carreteras de entrada a la ciudad y van a la caza y captura de los turistas ofreciéndoles sus servicios como “guías de turismo”. Cuando se ha llegado a un acuerdo con respecto al precio que se les va a pagar por sus servicios, dejamos los coches en un aparcamiento “vigilado” por otro individuo, al que también se le paga para que los cuide. ¡Aquí cada uno se busca la vida como puede!. 
 Después de contemplar la panorámica de la ciudad desde un mirador, comenzamos una visita andando por la medina, con sus calles estrechísimas y empinadas, cada una de ellas dedicadas a una actividad “comercial” distinta : alimentación, ropa, calzado, artesanía... La vuelta por la medina es corta y además comienza a llover, por lo que rápidamente volvemos a los coches, no sin antes visitar un sitio en donde se curten pieles, lugar un poco desagradable debido al olor, pero muy curioso de ver.

 Continuamos el camino todavía lloviendo y paramos a repostar en Ifrane, pueblo que más parece ser centroeuropeo que del norte de África, ya que sus edificaciones son más típicas del paisaje alpino que del marroquí. Proseguimos camino y empezamos a atravesar un  impresionante bosque de cedros que, teóricamente, es un espacio natural protegido, pero en el que no dejan de hacerse talas ilegales. Además, y según las explicaciones de Inma del año pasado, es aquí donde existe la única colonia de monos que hay en territorio marroquí. 

 Es paisaje es sobrecogedor, es una grandísima llanura a gran altura, que oscila entre los 1.800 y 2.000 metros de altitud, en la que se ven superficies nevadas, aunque no hay tanta nieve como el año pasado, que no dejamos de verla durante más de cien kilómetros. Más tarde comenzamos la bajada, ahora llena de curvas, para ir acercándonos a Midelt,  para después, y atravesando el Alto Atlas, ir acercándonos hasta  Er Rachidia,  final de nuestra etapa del día de hoy.

 Es una lástima que, debido a que ya ha anochecido, no podamos ver el espléndido paisaje de “les gorges du Ziz”, cañón por el que discurre el río, que baja entre tierras pedregosas, pero que en sus orillas crecen multitud de palmeras y hay mucha vegetación.

 Sobre las 19 h llegamos al hotel en Er Rachidia, ciudad bastante grande pero que no parece tener mucho encanto.

Domingo, 5 de diciembre de 2004.
 La ruta prevista para el día de hoy consta de 60 km de carretera asfaltada, para más tarde llegar a la primera pista que nos llevará directamente a las dunas de Erg Chebbi.

 Cuando salimos de Er Rachidia, a la derecha de la carretera, se extiende un oasis de gran extensión situado dentro del cañón que hace el rio Ziz, en un paisaje que, y sobre todo debido a la luz de primera hora de la mañana, parece que ha sido sacado de una postal.
 Pronto llegamos a donde se acaba la carretera y donde comienza nuestra verdadera aventura por Marruecos. 

 Este año como el grupo es muy numeroso, y con el objeto de agilizar la marcha,  se han hecho tres equipos, cada uno de ellos con un jefe: Raúl en el grupo 1, Carlos en el grupo 2 y Federico en el grupo 3. 

Comenzamos por los cinco primeros kilómetros de pista por la que circulamos el año pasado, pero que pronto abandonamos para poder llegar cuanto antes a las dunas de Erg Chebbi y poder disfrutar el mayor tiempo posible de la conducción por dunas. Es también en esta pista en donde aparecen los primeros niños a los que entregamos los regalos y donde también aparecen las primeras lágrimas de algunos de nosotros, como Bárbara o Mª Mar,  quienes, a pesar de lo que les habíamos contado, no podían imaginarse la sonrisa en la cara de los niños después de recibir los regalos. 

 A primera hora del día el tiempo ha sido bastante bueno, pero a medida que nos vamos acercando a las dunas el cielo se está nublando y amenaza lluvia. Antes de comenzar a circular por las dunas se hace necesario desinflar los neumáticos para que las ruedas tengan una mayor superficie de rodadura y sea más fácil circular por la arena.

 Curiosamente al poco tiempo de empezar a andar por las dunas comienza a llover, ¡es increíble, estamos en el desierto y no para de llover!.

 El paisaje con la lluvia en las dunas, aunque curioso,  queda un poco deslucido, ya que este mismo lugar con sol ofrece un bello contraste entre el azul del cielo y el  color de la arena.
 Vamos retrasando la hora de la comida porque no encontramos ningún momento en el que deje de llover, hasta que nos encontramos a los del grupo 1, que se han montado un chiringuito resguardándose debajo de una lona que han colocado entre los coches. Paramos y comemos con ellos, mientras que el grupo 3 llega a la hora del café. Al final de la comida la lluvia arrecia por lo que rápidamente tenemos que recoger el tenderete y marcharnos rápidamente.
Está atardeciendo y ha dejado de llover, abriéndose claros en el cielo por los que se cuelan los  rayos de sol; además ha salido el arco iris sobre las dunas, lo que hace que el paisaje sea realmente espectacular.
  Cuando ya ha anochecido llegamos al albergue Tombouctou, que, por una avería en el generador, está totalmente a oscuras, por lo que tenemos que buscar las habitaciones e instalarnos a la luz de las velas, pero pronto la avería queda solucionada. Mientras nos instalamos en el albergue se van inflando los neumáticos de los coches, para después la mayoría acercarnos a repostar a Rissani. Volvemos justo a la hora de la cena, que puedo decir que es magnífica, además acompañada por música bereber.

Lunes, 6 de diciembre de 2004.
 Hemos tenido que madrugar un poco más de lo habitual, pues la ruta prevista para el día de hoy es muy larga : 265 km (238 de pista y 27 de asfalto). Después de circular durante bastantes kilómetros por pistas bastante rápidas, llegamos a Er Remila donde, a la salida del pueblo, comienza una zona bastante divertida, ya que se trata de ascender por el cauce de un río de arena.  Este año se ha hecho de forma más rápida, ya que la arena parece que está más compacta, por lo que, al menos en nuestro grupo, no se queda ningún coche atascado.
 Después de pasar el río de arena continuamos circulando por pistas en muy buen estado, que nos llevan directamente a Tafraute, en donde, y aunque llegamos bastante temprano, los encargados del albergue nos sacan las mesas para que podamos comer al sol. Como terminamos de comer temprano no se ven niños, ya que están todavía en la escuela, por lo que somos nosotros los que vamos a ir allí a darles los regalos que traemos  para ellos. 
 Éste es para mí el momento más emotivo de todo el viaje, los niños más pequeños están en clase y somos nosotros los que entramos en las aulas para repartir los obsequios que traemos. Mis hijas, llorando a lágrima viva, reparten los juguetes que les han traído, lo mismo que todos los demás que, muy emocionados,  en las aulas y en el patio de la escuela les van dando sus regalos
 Con el corazón en un puño abandonamos Tafraute para proseguir camino, que al principio nos lleva por grandes llanuras en las que circulamos por pistas rápidas, para más tarde, y después de pasar un control militar, circular por dos puertos naturales de montaña, con curvas muy cerradas y llenos de piedras, al igual que el resto de todo lo que alcanzaba a ver nuestra vista.

 Poco antes de llegar al palmeral de Tagounite, en el paso de un pueblo y coincidiendo con la salida de niños de la escuela, algunos de ellos, enfadados porque no nos hemos detenido, han empezado a tirar piedras a los coches, con tan buena puntería (mala para nosotros) que han roto la luna trasera del coche de Fran Cubo. A la salida del pueblo hemos parado y con cinta adhesiva se han sujetado provisionalmente los cristales para que no se cayeran, aunque en el hotel más tarde se sujetarán con cinta americana que, al tener el mismo color que el coche, le da un aspecto de coche de carreras.
 Paramos en Tagounite a repostar para continuar camino por carretera hasta el pueblo de M’Hamid en donde nos alojamos en el precioso hotel Kashah Azalay. Debido a que el hotel tiene pocas habitaciones cinco parejas tienen que dormir en haimas, que están curiosamente decoradas, al igual que las habitaciones, aunque son más frías que éstas.

Martes 7 de diciembre de 2004.
 Debido a que las apetencias de la mayoría de la gente se inclinaban a circular más por dunas, sobre la marcha se ha cambiado el itinerario previsto para el día de hoy, que inicialmente bordeaba las dunas para después llegar a la entrada del lago Iriki. En vez de bordearlas, las hemos atravesado, circulando durante 24 km por dentro de ellas, lo que ha servido para que todos quedemos satisfechos de dunas.
 Debido a que la circulación por la arena es mucho más lenta que por pistas, sobre las 3 de la tarde hemos llegado a la entrada del lago Iriki, en donde hemos vuelto a inflar los neumáticos, mientras aprovechábamos para hacer una comida rápida.

 Ya al atardecer hemos entrado en el lago Iriki, en donde este año ha habido que circular más despacio que el año pasado, ya que el sol nos daba en los ojos y la visibilidad era bastante escasa.
 Según el rutómetro había que salir del Iriki por la misma pista por la que lo hicimos el año pasado, pero debido a que se nos ha echado la noche encima ha habido que improvisar una ruta nueva, que pasaba por encontrar una pista más corta que nos llevara a la carretera. Ha habido un momento en que estábamos un poco desorientados, pero al final hemos encontrado la pista, no sin la ayuda de un lugareño que ha ido indicando el camino al equipo 1 y éstos han ido pasando los nuevos way points al resto de los grupos.

 Finalmente y con noche cerrada hemos llegado a la carretera y continuado camino hasta el hotel Relais de Sables en Tata, en donde hemos pasado la noche.

Crónica, II parte 
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