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CRÓNICA (II parte)

Miércoles 8 de diciembre de 2004.
 Para no perder la costumbre nos hemos levantado muy temprano, ya que nos esperan más de 200 km por carretera hasta llegar a Assa, lugar en donde cogeremos ya pista.

 Salimos con un poco de retraso con respecto a los otros grupos porque ha habido que arreglar una rueda pinchada del coche de Fran y Mercedes, pero a las 7,45 h. Cogemos ya la carretera, que a esas horas tan tempranas está llena de niños que van al colegio. Hay una cosa muy curiosa es que vemos niños que van al colegio antes de las 8 de la mañana, pero según vamos pasando por los pueblos, a las 9, a las 9,30 e incluso a las 10 de la mañana, seguimos viendo a niños que entran en el colegio, No sé la razón por la que hay horarios tan dispares en la entrada de los colegios, aunque hay alguien que apunta, que la causa es que al haber tantos niños en los pueblos tienen que establecer turnos para que todos puedan ir al colegio.
 Después de repostar y comprar pan en Assa comenzamos la pista del día de hoy. Nada más salir del pueblo nos encontramos con las primeras, de las muchísimas langostas que nos vamos a encontrar durante el día. El camino va intercalándose con  trozos de pista rápida y otros llenos de piedras. 

 Encontramos al grupo 1 que están arreglando unos de sus coches que, en un gran bache de lo que parece ser un lago seco, ha roto un muelle de un amortiguador, avería que consiguen reparar.

 Pronto nos encontramos con el cauce del río Draa que en estos parajes discurre totalmente seco. Hemos tenido unas cuantas “desorientaciones”, pero conseguimos encontrar el paso que nos llevará hacia la pista buena, que discurre por las orillas del Draa, que en algunos momentos se hacen muy escarpadas.
 Este trozo de pista es bastante variado, ya que nos encontramos zonas muy rápidas, pero también zonas mucho más lentas. Paramos a hacer una fotos a un rebaño de camellos, que incluso tiene crías, y después en un poblado abandonado en donde vemos unas casas-cuevas excavadas en la tierra, algunas de ellas conservan todavía la techumbre de palos cruzados cubiertos de ramaje.
 Proseguimos el camino y paramos a comer en el lugar que estaba previsto, donde ya han llegado los miembros del grupo 3. Instalamos nuestra “gran mesa de comedor”, compuesta por mantas en las que cada uno vamos llevando nuestra comida que será compartida por todos. Este día la comida se hace de forma más reposada, parecida a las que hacíamos el año pasado, cuando íbamos más tranquilos.
 Después de comer seguimos camino, ya a sabiendas que la noche se nos echa encima y aún nos quedan más de 120 km de pista antes de llegar al hotel.

 El camino es muy bonito, vamos circulando por las márgenes del río Draa, a veces de forma lenta, ya que el camino es complicado. Además, encontramos alguna dificultad para encontrar un paso que nos saque del cauce del río, lo que, tras algunas incursiones, conseguimos y encontramos la pista buena, que se va haciendo cada vez más rápida. Es en esta pista en la que Ana Cubo va abriéndonos camino como una experta copiloto. 

 Hay un reagrupamiento de los tres equipos, ya de noche cerrada, para poder continuar, pero ahora guiándonos con unas huellas que Federico ha metido en el ordenador. Continuamos la marcha y nos volvemos a perder, pero finalmente, con la ayuda de Carlos, Óscar y Casper conseguimos encontrar la pista buena. 
 Tenemos una serie de pasos un poco complicados, que llegan a un mayor grado cuando comenzamos a descender por el cauce de un río en una bajada trialera en la que pasan los coches uno a uno con dificultad. Finalmente se consigue bajar el cauce, pero cuando llegamos abajo, y a pesar de las excursiones que tanto Oscar, Casper y Carlos hacen a ver si encuentran la pista buena no se consigue. Se quedan dos coches atascados en el barro, el de Fran Cubo y el de Ángel, que es sacado del barro gracias a la fuerza bruta de unos cuantos “todoterrenos con tracción a las dos patas” que tiran de la eslinga.
 El tiempo va pasando y ya son las 3 de la mañana cuando se decide no seguir buscando la pista buena, reagruparnos e intentar dormir en  los coches y esperar a que amanezca para seguir camino.

 El “hotel” esta noche no puede decirse que sea muy cómodo, pero el marco en el que está situado es incomparable. Nunca había visto tantas estrellas en el cielo.

Jueves 9 de diciembre de 2004.
 Mientras la mayoría del grupo duerme, cuando comienza a amanecer, Federico e Inma, Carlos y Raúl, van en busca del camino que nos permita salir del cauce del río y continuar hasta el siguiente way point, que según el GPS sólo está a 4 km. Aunque ya es de día les cuesta un poco encontrar la salida, pero finalmente sobre las 9 de la mañana todos los coches, guiados por ellos, emprendemos el camino que ahora ya se hace más rápido.
 Después de un rato conseguimos llegar a la carretera, donde nos reagrupamos y continuamos camino hacia el pueblo de Tan Tan, en donde repostamos, arreglamos algunas ruedas pinchadas y, con bastantes horas de retraso, comenzamos la ruta que estaba revista para el día de hoy y que partía del hotel Ksar Tafnidilt, lugar muy bonito que no hemos podido disfrutar. Sin embargo, podemos decir que hemos pasado una noche bajo las estrellas durmiendo en el cauce de un río, rodeados de montañas... y eso no todo el mundo puede decirlo.

 Nos volvemos a juntar y empezamos la ruta que comienza con un pista que tiene mucha arena y que nos conducirá hasta el océano atlántico, en lo alto del acantilado de Cap Draa, lugar sobrecogedor con unas vistas extraordinarias.

 Seguimos circulando al borde del mar, pasando por cabañas de pescadores que viven allí al borde del acantilado, hasta que llegamos a una bajada que nos llevará directamente a la playa.
 Allí paramos al borde de una gran duna, en donde algunos coches y especialmente Casper y Óscar se entretienen en ver quién sube el coche más alto en la duna. Sin embargo quienes más alto suben lo hacen andando : Ángel, Agui, Silvia,  Fran Cubo e hijo, que consiguen llegar hasta lo más alto de la gran duna desde donde, y según Silvia, la vista es impresionante.

 Se vuelven a desinflar las ruedas por tercera y última vez en la travesía y se comienza a andar por Plage Blanche. Es una playa muy ancha gracias a que la marea está baja y, debido a que se corre mucho porque el suelo está muy bien,  los 30 km se hacen en muy poco tiempo, por lo que se busca enseguida la salida de la playa, en donde paramos a comer un poco mientras que se inflan las ruedas. 
 Ya ha anochecido cuando abandonamos la playa y tomamos un camino alternativo, ya que la ruta prevista para el día de hoy ha tenido que ser cambiada porque la hemos comenzado muy tarde. Los organizadores deciden buscar el camino más rápido para salir a la carretera, lo que se hace por una pista, que, aunque muy polvorienta, esta muy llana porque se trata de una carretera en construcción. 

 Después de 60 km de pista salimos a la carretera y continuamos camino hasta  la ciudad de Tiznit, donde está situado el hotel Idoou, en donde vamos a pasar la noche, después de no haber podido acostarnos la noche anterior.

 Sólo bajamos a cenar unos pocos, pues algunos dicen que les va a alimentar más el sueño que la cena, aunque la cena la verdad que ha estado muy bien.

Viernes 10 de diciembre de 2004
 En teoría y según el rutómetro ya se han acabado las pistas en el viaje de este año, pero la mayoría nos resistimos a ello y preferimos tomar una pista alternativa, que discurre paralela a la carretera que nos llevará a Marrakech. En un principio cogemos la pista sin dificultad, pero llega un momento en el que no podemos encontrar la pista buena que ha de llevarnos a la carretera. Después de muchas idas y venidas, al final se encuentra la pista buena y el resto del camino se hace por pista pasando por unas aldeas en las  que hay muchos niños que se sitúan en el borde del camino para vernos pasar, y serán ellos los que van  a recoger las últimas cosas que hemos traído para repartir. 
Tenía que ser al final de la pista cuando nosotros hemos pinchado, aunque la palabra pinchar se queda corta, puesto que el neumático tiene un gran corte que no se puede arreglar. Afortunadamente ya circulamos por carretera asfaltada, por lo que la posibilidad de un nuevo pinchazo se hace más difícil.
 Sobre las 8 de la noche llegamos al hotel Atlas Marrakech, en donde vamos a dormir esta noche. 

Para poder ir de compras a la plaza Jemaa El Fna renunciamos a la cena que dan en el hotel. Sin embargo,  llegamos un poco tarde, por lo que muchas de las tiendas de la medina ya están cerradas, y no nos queda más remedio que conformarnos con sólo visitar unas cuantas que quedan abiertas, pero suficientes para conseguir lo que queríamos comprar, especialmente Alberto y Bárbara, que se han comprado media medina.

 Volvemos al hotel esperando poder cenar en uno de los bares que sirven kebabs en el camino hacia los taxis, cosa que no conseguimos ya que cuando pasamos por ellos están ya cerrados, por lo que no nos queda más remedio que irnos a la cama con el estómago ligero.

Sábado 11 de diciembre de 2004.
 Comienza un día que va a ser muy largo, ya que nos separan más de 1.300 km de nuestras casas, por lo que salimos temprano de Marrakech con la intención de coger el barco en Ceuta a las 17,30 h.  Los 160 primeros kilómetros se hacen por carretera de doble sentido hasta llegar a Settat, donde cogemos ya la autopista de peaje que ha de llevarnos otra vez de vuelta al norte. Pasada la ciudad de Larache, volvemos a coger otra vez carretera, en la que hacemos una parada corta para comprar cerámicas, y posteriormente continuar camino pasando otra vez por Tetuán y de allí hasta Ceuta, punto de partida de nuestro viaje por Marruecos.

 Volvemos todos en el barco de las 18,30, con la única excepción de Fran Kobe y Toñi, que lo han hecho en el barco anterior,  ya que ellos no van a hacer el viaje de vuelta con nosotros hasta Madrid, sino que van a Extremadura y lo hacen vía Sevilla.

 La travesía de vuelta es bastante movida, dicen que hay fuerza 7 de viento (con 8 ó 9 no salen los barcos) por lo que algunos tienen que irse a la proa, que es donde dicen que se mueve menos el barco.

 Nos aguarda una gratísima sorpresa al llegar a Algeciras, Alberto y Concha nos están esperando en el puerto para darnos la bienvenida y hacer el viaje de vuelta a casa con nosotros. El encuentro es realmente emocionante, la verdad es que les hemos echado mucho de menos, pero siempre quedarán otros viajes.... También nos hemos acordado de Valerie, que, aunque no vino el año pasado, estaba previsto que este año sí que lo hiciera, pero al final no ha podido ser.

 En el puerto de Algeciras Fede empieza a perder aceite ¡qué susto! se piensa que es por la junta de la culata, pero enseguida se ve que el filtro de aceite tiene un agujero, por lo que se cambia y el problema queda solucionado.

 Ya con algunas bajas, puesto que hay algunos que emprenden el camino por su cuenta, nos dirigimos hasta el “way point” de Los Abades, área de servicio situada entre Málaga y Granada, en donde paramos el año pasado a dar cuenta de unos espléndidos huevos fritos. 

 Cenamos en Los Abades y hacemos una animada sobremesa. En el hotel algunos se quedan a dormir y otros proseguimos el camino hacia Madrid, entretenidos hablando por las emisoras, lo que hace que el camino, después del viaje realmente largo y agotador del día de hoy, se haga menos pesado. 
 Nos resistimos a despedirnos por las emisoras, por lo que antes de llegar a Madrid volvemos a parar a tomarnos un café y despedirnos como tiene que ser, con muchos besos y abrazos.

 Llegamos a casa sobre las 6 de la mañana del domingo, muy cansados pero realmente contentos y en ningún modo defraudados. El refrán de “nunca segundas partes fueron buenas” en esta ocasión no ha tenido razón, ya que éste ha sido un viaje, distinto, pero no peor que el del año pasado, quizá un poco más “cañero”.

 Ya sólo nos queda esperar que pasen los 357 días que faltan para que llegue el “puente de diciembre” del año que viene, para volver a reunirnos otra vez.

 A todos os quiero dar las gracias por ser como sois, especialmente a los jefes de equipo, especialmente a nuestro Carlos y Mª Mar, que tan bien han cuidado de nosotros, aunque al final hayamos tenido que abandonarlos por ir tras las rueda de repuesto de Fede. 

 Muchos  besos a todos y ¡hasta pronto!

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